Iván Jorquera

Muralista

El proceso creativo de Iván Jorquera, se enmarca en la libertad que otorga el muralismo y el graffiti, una técnica y oficio que son el corazón de su actual muestra.

Iván además, de trabajar en espacios abiertos trabaja en aula, sus enseñanzas van desde la técnica, la teoría y la práctica. 

Durante la pandemia, la producción de arte en el exterior se  vio mermada por la obligatoriedad de quedarse en casa, de tener que solicitar permisos de uso exclusivo para circunstancias de emergencia; por lo que pintar muros y el “apañe” a colectivos y creadores del arte callejero, pasó al encierro y crear desde su estudio/taller. Así comenzó la producción de estas 5 obras, inspiradas en su paso, por el valle del Choapa su flora y fauna.

Con la experticia del arte callejero y la metodología, nos encontramos con elementos que evidencian el riesgo del oficio. Texturas, plano y atmósfera que rodea al personaje principal, todo converge entre el imaginario y su forma de expresión.

En “Magenta” y “Turquesa” si observamos con atención, ocurren variadas situaciones y acciones, primero de forma espacial; sus cuadros trabajados en capas de color, donde existe un proceso notorio de experimentación material, acrílico, spray, más la soltura que entrega su habilidad con el medio, el color magenta y el color turquesa, dados al primer plano nos hace centrarnos en las aves, e ir disfrutando, mirando y descifrando lo que sucede en el fondo con este intercambio de colores y matices. Las latas en la base de cada ave, esta, posada sobre la materia prima principal como instrumento para el desarrollo de su trabajo, asimilando la imagen de aquella ave es que poseen para él, el reflejo de libertad.

Los detalles reconocibles del paisaje urbano, por ejemplo, el uso de alambres de “púas” metafóricamente ratifican, el constante encuentro con este material de forma física cuando grafiteros y artistas trabajan en murales, además de la estigmatización por el “rallado de muros” que aun el común de la gente, no asocia con un arte o como forma libre de expresión artística legitima. Es por ello que lo vemos aparecer en cada obra, nos da cuenta de la situación, el riesgo al que se exponen los artistas callejeros y los elementos que sortean continuamente en forma física y social.

“Chincool” – las aves: recurrentes en las obras de Iván, autóctonas de la zona, nos remite a la fauna y la territorialidad, considero esta tercera obra como un equilibrio entre técnicas, el pincel, una obra gráfica, prolija, sin saturación visual, más equilibrada al color y su destreza, también el contraste es mejor percibido. Elementos claves vuelven a aparecer, las válvulas o “fat caps” pieza clave de instrumento de trabajo. El cráneo de un gato expone el peligro de las aves la vida y la muerte, el correr riesgos y salir vencedor. En este caso el ave sigue viva sorteando toda adversidad en libertad. El contraste de los elementos favorece la estética de la obra.

En “El Culebrón” retrata la flora y fauna silvestre del valle y una de sus historias más conocidas, una culebra, dos aves. La luna en último plano nos indica un paisaje nocturno, rodeado de una bruma que envuelve a los personajes, este cuadro remite a la leyenda del culebrón de la cuarta región, que habita en las orillas de los ríos y que solo aparece de noche. El alambre de púas vuelve   a aparecer rodeando a la culebra, mientras esta se levanta vigorosa y desafiante. En cambio las aves, en pose de estado de alerta, con sus miradas indican, que algo está por suceder y claramente denuncia el riesgo y el peligro.

“Colorina” es la única, de estas cinco obras, donde aparece una persona; de rostro apacible, mirada directa hacia el espectador, cabello rojizo como el fuego, hermosos contrastes del fondo fucsia con su piel. El spray, el alambre roto y en suspensión, el ave que alza el vuelo, mientras el color sale de la lata, es claramente una apología a la mujer, que rompe esquemas, la liberación femenina.