Samuel Guerra
Pintor, Muralista
En sus creaciones, Samuel rinde homenaje a ancestros y nativos, su trabajo se enfoca en la territorialidad y rescate de la iconografía; un trabajo sobresaliente y fácil de reconocer su autoría.
Su obra expone, evidencia y nos traslada a lugares donde ya no habitamos espacialmente, pero si, conscientemente. La inspiración llega a Samuel desde el Valle Elquino, donde la misma paleta de colores que nos otorga la flora y fauna en su trabajo: colores tierra, verdes, amarillos, cálidos rojizos y azafranes.
En la obra “Antología de un Vuelo” cohesiona realidad, misticismo y fragmentos de situaciones que componen en la obra una atmósfera mágica. Los rostros que conforman el paisaje como montañas, cactus, cerros y raíces, son rostros de quienes ya pasaron por este mundo y que, se han unido a la tierra y a la naturaleza. El árbol que nace del valle y sus ramas, albergan la vida y la acurrucan hasta el nacimiento de un nuevo integrante al mundo; la mirada fija, de la figura mayor en el centro, con sus manos protege y entrega calidez a este nuevo ser. Una lechuza nocturna alzando el vuelo, observando desde el aire, la majestuosidad capturando este momento; un fondo cálido y en perspectiva nos entrega una dimensión completa de un relato poético visual muy interesante.
“Tótem diaguita (mural)” y “totémica mamayuka”, en ambos Samuel ilustró un esquema muy representativo, la iconografía del Pueblo Diaguita, símbolos y líneas. Los patrones geométricos decorativos y simétricos articulan las secuencias que poseen los tótems. Vemos en “Totémica mamayuka” la técnica del acrílico, glifos en la parte central del ser, vemos como los seres llevan sus manos hacia el centro como si ofrecieran y resguardaran la vida; la naturaleza encarnada en añañuca y los elementos naturales zoomorfizados en animales protectores ancestrales; el cóndor referencia al aire, la rana al agua, la culebra al fuego, la perdiz a la tierra. Analizando también las tonalidades en que están pintados, el tono rojizo y tierra de la greda y arcilla; son la referencia de la materialidad de cerámica y alfarería tradicional reconocida del pueblo diaguita.
La obra “Dimensión Mamayuka uno” Y “Dimensión Mamayuka dos”. En estos murales Samuel ha creado un culto. Observamos una representación nocturna, en el fondo superior las estrellas refieren también, a la cosmología del valle del Elqui; preciado lugar para observación y conexión con los astros y el universo. “En dimensión Mamayuka uno” el fuego que surge desde la vasija, en su borde apreciamos tres aborígenes; dos hombres a los costados y una mujer en el centro, donde claramente el fuego y la vasija son desde donde nace y se traspasa el conocimiento milenario.
“Dimensión Mamayuka dos”. La calidez maternal, de la madre que carga con su hijo a sus espaldas, envuelto y protegido con sus tejidos; lleva con ella a quien está destinado a ser el heredero y perpetuar las tradiciones y cultura.
Rostros que salen del sub suelo y nutren al hombre semilla y a cada ser vivo, son la unión a esta tierra. Lo tangible e intangible; puede ser la relación que llevamos en la sangre si existe parentesco heredado biológicamente, pero además, las raíces del inconsciente donde reconocemos de dónde venimos sin pertenecer exclusivamente a aquel lugar.
Samuel Guerra nos da cuenta en sus obras que vivir en armonía y conscientes de quienes estuvieron antes que nosotros y agradecer las herencias, es el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos.